Haría falta poder imaginar un mundo en el que los lazos de interdependencia y cooperación sean posibles al punto en el que podamos superar al trabajo como forma de organización social. Para ello, sería necesario dejar de desear el trabajo digno que nos permite consumir un poquito más. Haría falta recuperar nuestra capacidad de desear ese mundo; solo así podremos renunciar a la normalidad y poner el cuerpo para hacerlo posible.