Por: Sebastián Irigoyen*

Encuestas e ilusiones mediáticas: el camino bifurcado de las urnas

El pasado 14 de abril y, más recientemente, este 28 de abril, se llevaron a cabo el primero y segundo debate presidencial entre Claudia Sheinbaum, candidata de izquierda por MORENA, y los candidatos de derecha, Xóchitl Gálvez (PRI-PAN-PRD) y Jorge Álvarez Máynez (Movimiento Ciudadano). Se anticipaba que en el debate, la derecha podría capitalizar nuevas intenciones de voto de los indecisos, y con ello mover las especulaciones mediáticas acerca de las probabilidades y tendencias electorales. 

Como mencionó el economista y académico René Ramírez en su conferencia “Ni inteligente ni artificial: Del Facebook al face to face en tiempos de dictaduras democráticas”, impartida el pasado 13 de marzo durante el Coloquio Patria en La Habana, la comunicación política constituye un proceso material en el que se articulan narrativas y se disputan los sentidos comunes. Este análisis dinámico sitúa la democracia actual en una era digital y de guerra comunicacional, y se enfoca en discutir los proyectos de país que buscan construir una nueva subjetividad desde una base material. Esto implica necesariamente una conexión entre comunicación y economía política. En este contexto, tras los recientes debates, podemos clasificar las estrategias políticas en dos grupos claramente antagónicos que representan dos modelos de país distintos y en disputa “viva”: por un lado, el retorno del neoliberalismo representado por Máynez y Xóchitl que recurren a las tácticas digitales de desinformación; por otro, el proyecto post-neoliberal que simboliza el Humanismo Mexicano de Sheinbaum que atiende las causas estructurales de las injusticias sociales. 

Referente a lo sucedido el domingo, vimos a la candidata Xóchitl ofreciendo una narrativa imprecisa tanto en el análisis cuantitativo como en la calidad de sus propuestas, centrando su enfoque en ataques repetitivos a la figura de la candidata de izquierda, del partido MORENA y de Andrés Manuel López Obrador. Estos ataques, basados en desinformación estratégica, sugiriendo ser prefabricadas desde laboratorios de marketing político, intentan asignar una responsabilidad unidireccional al gobierno de MORENA respecto a la situación del narcotráfico, ignorando la deuda social y criminal de las gestiones anteriores, que ella representa. Su estrategia no es más que otro reflejo de la llamada “posverdad”, obviando propuestas estructurales claras y específicas. La falta de solidez en sus propuestas y los bajos resultados obtenidos en las encuestas durante los dos debates reflejan una pérdida significativa de apoyo. Por otro lado, Claudia ha mantenido una estrategia centrada en exponer los logros macroeconómicos y en promover un proyecto de crecimiento inclusivo. Destaca temas como la estabilidad del peso, la reducción de la pobreza y desigualdad, y la continuidad de proyectos emblemáticos que apoyan a los adultos mayores, al talento juvenil y a las obras de infraestructura, las cuales se espera generen un impacto multiplicador. Luego de ambos debates el impacto estadístico ( intención de voto-post debate) reflejado en el primer y segundo debate, han estado en consonancia con lo que las encuestas habían mostrado meses atrás: una victoria amplia para Sheinbaum.

En el actual escenario político, las maniobras mediáticas han sido una táctica clave en la estrategia de la oposición, particularmente en la campaña de la candidata de derecha, Xóchitl Gálvez. Un caso destacado fue el de la encuestadora Massive Caller, que entre un total de diez firmas dedicadas al levantamiento de encuestas en el país, fue la única que posicionó a la candidata Xóchitl como ganadora de los dos debates con datos fuera de los márgenes de error de las demás encuestadoras. Según Massive Caller, el 60.1% de los encuestados consideró a la candidata de derecha como la vencedora, frente a sólo un 34.8% que favoreció a la candidata de MORENA. La misma encuestadora sugirió, además, que el margen entre ambas candidatas se había reducido a solo un 4.7%, insinuando un posible empate técnico.  

El día 28 de abril repetiría Massive Caller su sospechoso cálculo: 56% indicando a Xóchilt con las mejores propuestas, sobre un 32.4% de Claudia, y un 11.6% del candidato Máynez. Sin embargo, esta afirmación que figura ser totalmente ilusoria y prefabricada, dista de ser un reflejo del panorama electoral real. 

La evidencia, por el contrario, de cinco encuestadoras reconocidas en el país, utilizando metodologías diversas—desde entrevistas cara a cara hasta encuestas online—revela un consenso: Sheinbaum no sólo dominó los dos debates recientes, sino que también ha liderado en la percepción de sus propuestas de campaña. Puntualmente, en el primer debate según Demoscopia Digital, el 71% de los encuestados consideró que Sheinbaum presentó las mejores propuestas, frente al 24% y el 5% que prefirieron a Gálvez y a Máynez, respectivamente. En el reciente segundo debate, realizado el día 28 de abril, las encuestas han demostrado un claro triunfo para Claudia Sheinbaum. Diversas encuestadoras muestran resultados consistentes: Votia reporta un 50% para Sheinbaum, seguido por Gálvez con 23% y Máynez con 14%. Factométrica otorga a Sheinbaum un 66.9%, con Gálvez obteniendo un 26.4% y Máynez un 6.7%. Massive Poll indica un 66% para Sheinbaum, 19% para Máynez y 15% para Gálvez. Finalmente, Electoralia asigna a Sheinbaum un 61%, Gálvez un 24% y Máynez un 15%.

Asimismo, es de resaltar lo mencionado por las últimas dos encuestas de Bloomberg y Enkoll. Al respecto, Bloomberg otorga a la candidata de izquierda una intención de voto del 58%, superando por 25 puntos porcentuales a la candidata de derecha, quien alcanza el 33%. Además, tras las encuestas realizadas después del debate de ayer, la encuestadora Enkoll señala que el 92% de los votantes no ha cambiado de opinión, lo que indica que una abultada mayoría mantiene su percepción sobre quién será la próxima presidenta de México, así como el partido y la orientación política que la respaldará. Esto indica un camino electoral de la candidata de derecha claramente bifurcado respecto al de Sheinbaum.

De cara a las elecciones de este 2 de junio, tres aspectos son relevantes en la lectura de los datos que nos arrojan las encuestas: 1.- La estabilidad de las tendencias ocurren desde las precampañas. 2.- La posibilidad de una victoria anticipada, incluso más temprana que en 2018. 3.- Un consenso significativo y robusto entre las encuestadoras que apunta a que Claudia Sheinbaum probablemente será la próxima presidenta de México.

El Humanismo Mexicano de Claudia

‘Por el bien de México, primero las mujeres pobres’ resume la visión política de Claudia Sheinbaum, centrada en fomentar un Humanismo Mexicano alineado con la justicia social en sus múltiples dimensiones —género, edad, raza, medio ambiente, entre otras. Esta visión propone continuar con el programa de la Cuarta Transformación y alejarse de las prácticas políticas tradicionales de la llamada larga y triste noche neoliberal, que a menudo promovía una praxis de dominación estatal y bajo fomento institucionalizado del privilegio de unos pocos con recursos comunes. El Humanismo Mexicano adopta un enfoque de poder político ‘des fetichizado’, según el término de Enrique Dussel, en donde se rechazan las dinámicas de poder de las oligarquías, optando por una gobernanza que se centra en las necesidades del pueblo. Este enfoque enfatiza el poder como una herramienta para garantizar una democracia efectiva y transformadora, que atiende causas justas y desafía la dominación por múltiples factores como la pobreza y la desigualdad, así como el patriarcado.

En resumidas cuentas, los logros de la Cuarta Transformación son amplios, donde deja una administración, que concluye con un histórico 71% de aprobación, pero que además sentó las bases de un modelo exitoso que ha revitalizado el Estado social, que ha promovido el progreso humano con justicia y una economía inclusiva y distributiva. Al respecto, los datos de la ENIGH 2022, supervisados por el CONEVAL, mostraron una reducción en la pobreza multidimensional de México del 41.9% en 2018 al 36.3% en 2022, sacando a aproximadamente 5.1 millones de personas de la pobreza. Esta mejora abarcó tanto regiones prósperas como áreas marginadas del sur, en donde la pobreza extrema disminuyó también significativamente durante este periodo. En este contexto, Claudia Sheinbaum, lejos de desmarcarse, ha propuesto fortalecer el Humanismo Mexicano, visto como un movimiento vivo, ascendente y exitoso que postula como imperativo moral el atender las causas profundas de la pobreza y las desigualdades de México, enfocándose en ampliar los derechos sociales, fomentar capacidad, ubicar en el centro de las políticas públicas los cuidados como la transición ecológica mediante la transferencia tecnológica y gestión de recursos vitales, como la agenda de gestión hídrica, entre otros temas centrales.

No obstante, cabe mencionar que el apoyo ciudadano a la candidata presidencial de MORENA también emana de sus logros como Jefa de Gobierno en la Ciudad de México, y que encarna una visión humanista que traza directrices estructurales. Por ejemplo, durante su mandato, se centró en proveer oportunidades a los sectores más vulnerables y dar garantías en temas de seguridad, ampliando los derechos de las mujeres y logrando una reducción del 49% de mujeres en riesgo de violencia y un 30% en la disminución de feminicidios mediante políticas preventivas. Además, fortaleció el acceso a la educación y los recursos económicos disponibles, expandiendo becas y mejorando la infraestructura educativa con la apertura de nuevas preparatorias y tres universidades públicas. Paralelamente, priorizó programas extensos de movilidad pública y proyectos de transición ecológica que lograron sustancialmente la reducción de dióxido de carbono en la Ciudad de México, así como el fortalecimiento institucional contra la corrupción, logrando un manejo de fondos públicos sin irregularidades según la Auditoría Superior de la Federación.

La visión del Humanismo Mexicano de Claudia Sheinbaum propone un proyecto nacional que busca consolidar un Estado social productivo, sustentable y eficiente, enfocado en distribuir mayores capacidades y garantizar derechos educativos y culturales para enfrentar los desafíos multidimensionales de la violencia y la inseguridad. Su objetivo es recuperar el Estado de derecho y la justicia social, desmantelando la base social del crimen organizado y la delincuencia. Esto se logra mediante la creación de una base social sólida, centrada en el talento humano y especialmente en los jóvenes de México, de ahí el lema ‘Abrazos, no Balazos’. Esta metáfora refleja una acción pública colectiva que ofrece a los jóvenes mayores derechos y oportunidades laborales, formativas y culturales. Se propone una articulación de programas preventivos e inclusivos para la juventud, en lugar de su persecución. Este enfoque contrasta significativamente con el modelo punitivista de Nayib Bukele en El Salvador, que se ha convertido en un recurso paradigmático para gran parte de la derecha en el poder, incluyendo ahora a Argentina y Ecuador, promoviendo un Estado policial, autoritario y represivo. A pesar de la reducción relativa de la delincuencia bajo la administración de Bukele, no se han abordado adecuadamente los problemas estructurales que perpetúan la delincuencia, donde son cruciales los niveles de pobreza y la expansión de derechos sociales. En cambio, su enfoque ha restringido las libertades individuales y los derechos humanos.

La Tiránica Gelatina del ‘Mérito’ de Xóchitl

En México, el 49% de las personas nacidas en hogares de bajos ingresos permanecen en esa condición toda su vida, según el Informe de Movilidad Social en México 2019 del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Este estudio también revela que la movilidad social es limitada, con un 74% de los nacidos en pobreza que no logran superarla. Por otro lado, un 57% de quienes nacen en hogares privilegiados se mantienen en ese estrato. Estos datos plantean serias dudas sobre la viabilidad del discurso meritocrático que promueve Xóchitl Gálvez, quien afirma que su éxito proviene exclusivamente de su esfuerzo personal, empezando por su caso personal de vender gelatinas hasta ascender socialmente y dirigir uno de los partidos ubicado en la élite económica, y se aleja de una lectura de las condiciones estructurales que dan orden y carácter explicativo a las profundas desigualdades del país.

Sin embargo, su narrativa que utiliza un lenguaje y estilo populista, propio de lo que Enzo Traverso (2021) identifica como elementos clave de la nueva batalla posfacista de la derecha, asume un ejercicio de repetición de la calumnia, y carga la responsabilidad individual como el orden explicativo de los fenómenos y, nuevamente, omite las barreras estructurales que impiden que muchos mexicanos puedan gozar de una libertad efectiva. Esto subraya la desconexión de su discurso con la realidad socioeconómica del país, exacerbada por su reciente comentario que ‘si a los 60 años no has podido comprar una casa, eres bien güey’. Este ataque ignora el estancamiento salarial y las dificultades de acceso al crédito para las personas más humildes, así como los efectos de la especulación inmobiliaria incentivada por las políticas de desregulación que su partido ha defendido.

El reflejo de su campaña y baja popularidad en las encuestas es una suma de ignorancia y de un discurso fluctuante e inestable. Subraya su falta de comprensión sobre cómo los salarios reales han estado estancados durante 18 años, mientras que el costo de las viviendas aumentó un 51% en términos reales. Esta declaración plantea preguntas críticas sobre las políticas de liberalización y desregulación del mercado, evidenciando la falta de un proyecto coherente y consistente que responda a las necesidades reales de los mexicanos, en lugar de perpetuar un modelo neoliberal que ha exacerbado la desigualdad y beneficiado intereses económicos específicos. La visión política de Xóchitl Gálvez, marcada por la contradicción y la adaptabilidad a las demandas de un algoritmo político que parece dictar sus posicionamientos, enfrenta un desafío significativo para conectar genuinamente con los electores en un contexto de creciente conciencia sobre las limitaciones de la gramática que sostiene la meritocracia como narrativa en un país marcado por profundas desigualdades estructurales.

Juan Carlos Monedero (2018) sugería que para ‘asaltar’ el enigmático ‘algoritmo político’ y las mareas de desinformación que desafían a las democracias globales, es fundamental aprender de la experiencia mexicana, ya que ésta aprendió a “caminar y dirigir con el pueblo”. Estas lecciones destacan que la gobernanza debe centrarse en las necesidades de la gente, especialmente las de los más vulnerables, y esta es la forma apropiada para contrarrestar y “hackear” al algoritmo que a menudo responde más a emociones políticas manipuladas por intereses financiados desde ciertas élites que priorizan las campañas de desinformación, ignorando rotundamente las necesidades sociales reales.

*Sebastián Irigoyen es candidato a doctor en Economía por la Université Rennes 1 en Francia. Ha sido consultor de la Organización Internacional del Trabajo en temas de educación. Posee una maestría en Economía por la Université de Rennes 1 y es licenciado en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).Colaborador del Instituto para la Democracia Eloy Alfaro IDEAL.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor.

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