Por: Soledad Buendía, colaboradora IDEAL
Shakira con su nueva canción “Sesión 53”, producida por Bizarrap, rompió récords en las plataformas especializadas y generó en la sociedad y en redes sociales en especial, un debate sobre las relaciones, las rupturas y el amor romántico.
Cuestionamientos y críticas contra una mujer que se atreve a decir lo que piensa en una sociedad machista, no se hicieron esperar. Para las mujeres romper los silencios es un acto de resistencia en un sistema que nos oprime y minimiza.
La historia de amor con Gerard Piqué presentada como un cuento de Hadas por los medios de comunicación, se estrelló con la realidad develando las complejidades de las relaciones del amor y desamor.
El problema está en varios niveles. A las mujeres no se nos permite ser fuertes y revelarnos; la sociedad espera de nosotras sumisión y abnegación, que cuidemos a los otros, y sin lastimar a nadie sufrir en silencio por los siglos de los siglos. A los hombres, todavía, se les justifica y aplaude todo, en especial infidelidades y traiciones, que refuerzan al “macho” socialmente exitoso. Ya debatiremos en otro momento el tema de la infidelidad y la monogamia, el punto es que el sistema es profundamente inequitativo y discriminatorio al momento de analizar las acciones de mujeres y hombres en los mismos contextos. Cuántos hombres no han cantado, atacado y juzgado a las mujeres en sus letras y producciones musicales.
La actitud irreverente de la cantante colombiana, que aplaudo, rompe ese estereotipo permitiendo que millones de mujeres en el mundo se identifiquen con ella. Y ahí surge el segundo problema, pues al mismo tiempo legitima la cosificación, refuerza la imagen de la mujer objeto cuyas relaciones están cruzadas por el dinero.
Esta propuesta simplista de que las mujeres no lloran, las mujeres facturan, nos mercantiliza y desdibuja nuestras relaciones personales. No somos ni Rolex ni Casio, somos personas con derechos, desnaturalizar nuestra esencia es fortalecer posiciones clasistas y misóginas. Seguramente para miles de mujeres cuyas preocupaciones giran alrededor de la subsistencia diaria la comparación del cambio del Ferrari o del Rolex, son algo fuera de su entorno y de su interés.
Yo me quedo con el mensaje de: “las mujeres ya no lloran”, es decir que dejan de lado su vulnerabilidad y levantan la voz y ojalá millones de voces se levanten, rompan los silencias, las violencias y los traumas.
A seguir debatiendo y cuestionando…