Por: Soledad Buendía
Texto publicado originalmente en La Ëpoca
La lucha de las mujeres por la participación política desde hace décadas recorre Latinoamérica, triunfos, avances, perdidas y retrocesos la caracterizan. Desde antes de la conquista española las mujeres hemos sido parte fundamental de los procesos históricos, lamentablemente los relatos construidos desde el poder patriarcal nos han invisibilizado de manera permanente.
La primera reivindicación explicita fue la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana redactada por la escritora francesa Olympe de Gouges, en 1791 -que quizás muy pocos conocen-. Las sufragistas y su lucha por el derecho al voto nos obligan a recontar en clave de género los roles protagónicos de muchas mujeres en momentos claves de la historia.
Desde distintos ámbitos, legendarios nombres como los de Manuela Sáenz, Policarpa Salvatierra, Rosa Montúfar, Micaela Bastidas, Rosa Campusano, Juana Azurduy, Ana Garibaldi, Luisa Recabarren, Javiera Carrera, Juana de Ibarborou, Bartolina Sisa, Dolores Jiménez y Muro entre otras, quienes prestaron su contingente al ideal de cambio que recorría la América Hispánica, heroínas diarias y anónimas. Somos herederas de la lucha de muchas mujeres políticas, por ello no podemos dejar de mencionar en el recorrido del tiempo a Eva Perón, Dilma Rousseff, Michelle Bachelet o Cristina Fernández.
Hoy la participación política de las mujeres se reinventa y se fortalece con un movimiento joven, diverso, activo y radical presente en las manifestaciones en Argentina, Colombia y México, o en el proceso constituyente en Chile y que permite pensar nuevamente en países gobernados por mujeres.
El triunfo de Xiomara Castro en Honduras, primera presidenta en su país y la única Mujer presidenta en la Región, pone en el debate el reto de organizaciones políticas y sociales de trabajar en nuestras sociedades el voto para las mujeres y la feminización de la política.
Una lideresa del departamento rural de Olancho, vinculada a las causas sociales que lideró el movimiento de protesta en las calles tras el golpe de Estado contra su compañero Manuel Zelaya hace 12 años; su triunfo, reivindica en democracia las causas de las mayorías, las de los jóvenes esperanzados en un nuevo modelo de desarrollo para Honduras, el de las mujeres para la inclusión y transversalización de políticas de género en todos los ámbitos económicos y sociales; el del progresismo y la integración como posibilidad real de sostenimiento y crecimiento del hermano país centroamericano.
¡La democracia en la actualidad no puede entenderse sin mujeres… nada sin nosotras!