Por: Daniela Pacheco, colaboradora de IDEAL

Inclusive para los países de América del Sur, la política paraguaya y lo que sucede en ese país resulta en hechos bastantes ajenos y casi desconocidos. Ni qué decir para México. El próximo domingo 30 de abril, el pueblo paraguayo elegirá a su próximo presidente, vicepresidente y a su legislatura por los próximos cinco años.

Tampoco es de amplio conocimiento que Paraguay vivió la dictadura más larga de América del Sur, con Alfredo Stroessner, quien gobernó ese país entre 1954 y 1989, y cuyo partido, el Partido Colorado, gobierna hasta hoy como un viejo dinosaurio que se resiste a morir; fundado en 1887 y también denominado Asociación Nacional Republicana (ANR).

Stroessner lideró Paraguay por 35 años con un discurso de exaltación de la identidad nacional, reforzado con un fuerte discurso anticomunista. El Partido Colorado, la fuerza política conservadora, gobierna ese país casi sin pausa desde 1947. La única vez que perdió oficialmente unas presidenciales en los últimos 76 años fue cuando el exobispo Fernando Lugo, de izquierda, resultó electo como líder de una coalición opositora, en 2008. Digo oficialmente, porque la oposición ha señalado que han ganado con fraudes, comprando votos —una vieja práctica en ese país— o suprimiendo rivales bajo el régimen militar.

Pese a los abusos y a la corrupción del régimen militar, dicho partido logró mantenerse en el poder tras el derrocamiento de Stroessner en un golpe de Estado perpetrado en 1989. El sentimiento de pertenencia al partido se asemeja casi al que se experimenta en un equipo de fútbol; eres leal pase lo que pase, no importa quién sea el líder, no importa su pasado, va a pesar más el sentido de pertenencia.

Hoy, dos candidatos son los más opcionados para hacerse con la presidencia en Paraguay: Santiago Peña, oficialista, y Efraín Alegre, del Partido Liberal Radical Auténtico y candidato de la Coalición Concertación Nacional para un Nuevo Paraguay, a quien el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica le levantó la mano para darle su apoyo.

Alegre es abogado y fue ministro de Obras Públicas durante el gobierno del expresidente Fernando Lugo hasta 2011. Su principal propuesta de gobierno se concentra en la lucha contra la corrupción para alcanzar el bienestar.

En algún encuentro de la izquierda latinoamericana, Mercedes Sosa señalaba la necesidad de incluir, rodear e integrar a Paraguay en la política latinoamericana, un país sometido a un aislamiento por distintas razones geográficas, políticas y sociales por más de 100 años. El triunfo de Efraín Alegre significaría una ruptura histórica en el conservadurismo paraguayo y, sin duda alguna, un cambio de época.

En el marco de un segundo ciclo progresista en América Latina, en el que reina el espíritu de la integración, el triunfo de la izquierda en Paraguay tendría un nuevo significado.

Esta columna fue publicada originalmente en Milenio

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