Por: Soledad Buendía
“Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino”
Salvador Allende
El 11 de septiembre de 1973, un golpe militar liderado por el general Augusto Pinochet derrocó al gobierno democráticamente elegido y liderado por Salvador Allende en Chile. Ese día, la democracia fue sometida por la fuerza y la voz del pueblo fue silenciada a punta de fusiles. La muerte de Allende marcó un trágico episodio en la historia de América Latina, pero también dejó una huella indeleble de lucha y compromiso con la justicia social que resuena en la región hasta el día de hoy.
Salvador Allende, médico de profesión, fue un político comprometido con la causa de la justicia social y la igualdad. Su elección como presidente de Chile en 1970 representó la esperanza de un cambio profundo en un país marcado por la desigualdad y la exclusión. Allende promovió políticas como la nacionalización de recursos naturales, la reforma agraria y el acceso gratuito a la educación y la salud, todas destinadas a mejorar la vida de los chilenos y chilenas más desfavorecidos; hoy diríamos por el bien de todes primero los y las pobres
Por ello, impulsó la creación del Sistema Nacional de Salud (SNS), una de las reformas más significativas de su gobierno. Este sistema buscaba brindar atención médica gratuita y de calidad a todos los ciudadanos chilenos, independientemente de su condición económica. Fue un paso importante hacia la universalización de la atención médica en Chile. Durante su mandato, Allende nacionalizó numerosos hospitales y clínicas privadas, incorporándolos al sistema de salud público. Esto amplió la capacidad del sistema de salud estatal y redujo la influencia del sector privado en la atención médica.
Allende también se centró en expandir el acceso a la educación y la seguridad social. Implementó políticas que aumentaron la cobertura de programas de seguridad social y becas educativas, beneficiando a los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
A través de reformas laborales, buscó mejorar las condiciones de trabajo y los derechos de las y los trabajadores. Esto incluyó la implementación de normas laborales más justas y el aumento de los salarios mínimos, se promovió la sindicalización y otorgó a los sindicatos un mayor poder en la negociación colectiva, lo que permitió a los trabajadores tener una voz más fuerte en la determinación de sus condiciones laborales y salarios.
Es evidente, entonces, porqué el gobierno de Allende se encontró con fuertes oposiciones y conspiraciones tanto internas como externas. Estados Unidos, preocupado por la influencia del presidente Allende en la región y su orientación socialista, respaldó activamente a los opositores al gobierno democráticamente electo en Chile. Esto culminó en el golpe militar de 1973, que derrocó y asesinó al presidente. Allende murió en el Palacio de La Moneda defendiendo sus ideales hasta el último aliento.
Su muerte no apagó su legado. Su valentía y compromiso con la justicia social lo convirtieron en un símbolo de lucha contra la opresión en América Latina y en todo el mundo. Su visión de un Chile más equitativo y justo sigue siendo una fuente de inspiración para las generaciones posteriores de líderes y activistas. La lucha por los derechos humanos y la justicia social en Chile y en toda América Latina continúa siendo un recordatorio constante de su valentía y tenacidad.
Su pensamiento político sigue siendo relevante en la actualidad, en un mundo donde la desigualdad económica y social, así como el acceso a la salud, educación, vivienda y seguridad social siguen siendo un problema crítico. Su énfasis en la participación ciudadana, la dignidad de los pueblos, la autodeterminación y la importancia de la democracia como medio para lograr un cambio social significativo también son lecciones valiosas en un mundo donde la participación política a menudo se ve amenazada.
Su muerte trágica no pudo silenciar su voz, que perdura como un faro de esperanza para todos aquellos que buscan un mundo más justo y equitativo. La vigencia de su pensamiento político nos recuerda la importancia de la democracia y el compromiso con la igualdad en un mundo en constante cambio. En tiempos en los que las violencias, la desigualdad y la injusticia siguen siendo desafíos cruciales, la memoria y el legado de Salvador Allende nos inspiran a seguir luchando por un futuro mejor para todas y todos.