Por: Omar Stainer Rivera Carbó
La realización de la Conferencia de Acción Política Conservadora en Estados Unidos, en febrero de 2024 y la presencia de los presidentes de El Salvador y Argentina, reavivaron el debate sobre los movimientos políticos fascistas en la región latinoamericana.
A juzgar por sus 100 años, el fascismo podría ser visto como un anciano que ha dejado atrás su ímpetu juvenil o que solo está en las fotos y los libros de historia. Sin embargo, si alguna virtud puede achacársele, es su capacidad para nacer cada día, en lugares distantes, entre personas distintas. ¿Cómo es posible eso? ¿Cuánto más vivirá? ¿Ha mutado o es idéntico al de Mussolini o Hitler? ¿Tiene presencia en América Latina?
Escribir sobre el fascismo es complicado, tanto como responder a cada una de esas interrogantes. Sin embargo, tal vez la que necesite ser respondida con mayor urgencia es si el fascismo tiene expresión en el continente. Ese empeño se ve limitado por la construcción de mitos como la inexistencia de esa ideología hoy, que solo está en el discurso de la izquierda para atacar a la derecha, o que fue exclusiva de Europa.
No existe consenso en la definición de fascismo, pero son identificables rasgos distintivos. Su surgimiento se asocia a la respuesta de un grupo humano a una crisis, y el elemento que los une es la ideología nacionalista, violenta, autoritaria, supremacista de la raza y rechazo a las minorías, con el objetivo compartido de imponerla a la sociedad. Pretende consolidar la hegemonía sobre los derechos de los sectores populares, lo que se consigue mediante una movilización reaccionaria que refleja el consenso activo, y la institucionalización y generalización del odio.
Pero para que el fascismo viva, deben existir los fascistas. En criterio del sociólogo Daniel Eduardo Feierstein, capta adeptos por su capacidad para reconducir el malestar social creciente. Nada genera más odio que un malestar entronizado de tal manera que resulte insuperable y aniquile cualquier expectativa positiva de mejora.
Podríamos transformar la pregunta inicial. ¿Existe una crisis en América Latina capaz de generar un malestar lo suficientemente significativo para que derive en conductas de odio mediante movilizaciones reaccionarias, y además logre que grupos sociales se aglutinen alrededor de una ideología común, y logren imponer su voluntad al resto?
Sería inapropiado calificar a la derecha como fascista, pero en su variante más extrema y radical tiene vasos comunicantes muy estrechos con el fascismo. Si bien parecía aniquilado después de la caída de Mussolini y Hitler, hay una derecha xenófoba y autoritaria que reverdece en Europa y América Latina, que persigue responder a la crisis capitalista consolidando el sometimiento.
La extrema derecha con atributos del fascismo vive, confirmado durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), realizada en febrero de 2024, en Estados Unidos. En su lema Where globalism goes to die o Donde el globalismo va a morir, el globalismo no es sinónimo de globalización. Fue definido por un político de derecha brasileño como “una configuración actual del marxismo”, y por Donald Trump como lo que ataca al “patriotismo” y a “Estados Unidos primero”. Sin embargo, el término fue vaciado de su contenido original, y en su lugar colocaron un entramado ambiguo, que en última instancia es engañoso y esconde su esencia. No hay nada más parecido a un fascista, que un antiglobalista, pues ambos se oponen a la inmigración, la diversidad y a la izquierda, y así cumplen un deber patriótico elemental.
Con anterioridad, la CPAC se había realizado en países tan distantes como Australia, República de Corea, Irlanda, Japón, Hungría, Brasil y México. El análisis de lo ocurrido en las naciones latinoamericanas permite corroborar la manera en que la derecha se ha ido articulando en la región, con evidentes puntos de contacto con la ideología fascista.
El gobierno de Jair Bolsonaro abrió las puertas a la CPAC, y desde 2019 ha habido ediciones todos los años. La figura en ese país más relevante en relación al evento, ha sido su hijo, Eduardo Bolsonaro, quien además ha participado en ediciones de Estados Unidos, Hungría y México. No puede negarse la identificación de los Bolsonaro con el fascismo, Jair llegó a usar la frase “Dios, patria y familia”, lema del grupo fascista Acción Integralista Brasileña, creada en 1932. El florecimiento de la ideología fascista provocó incluso el golpe de estado parlamentario a Dilma Rousseff.
La edición mexicana tuvo lugar en 2022. Algunos puntos abordados por los oradores ratifican la coincidencia entre esa extrema derecha conservadora latinoamericana, en relación con otras, y la ideología fascista. El presidente guatemalteco Alejandro Giammattei, acérrimo opositor al matrimonio igualitario y la despenalización del aborto de mujeres víctimas de violación sexual, afirmó que son “parte de un movimiento conservador internacional que clama por la preservación de lo más sagrado, somos los últimos defensores de la vida, la familia y la libertad en todos sus ámbitos”. El senador estadounidense Ted Cruz atacó a las “fuerzas socialistas autoritarias” en América Latina porque empoderaron a los “enemigos” de los conservadores.
Ese evento fue aprovechado para ganar visibilidad, por el incipiente agrupamiento con puntos de contacto con el nazismo, México Republicano. Su dirigente principal, Juan Iván Peña Neder, se presenta como de “ultraderecha” y en un artículo de prensa en 2013 fue acusado de haber fundado una organización secreta que defendía la supremacía aria y la esterilización de los indígenas.
Volviendo a la CPAC 2024, bastaría citar la intervención inaugural de Mercedes Schapp, ex funcionaria gubernamental estadounidense, cuando pidió acabar “con los comunistas, con la ONU, con la Organización Mundial de la Salud”. Los temas abordados después fueron más de lo mismo, negativa a la legalización del aborto, las migraciones masivas, la intervención del Estado en la economía, el comunismo y la izquierda.
Sin embargo, lo más llamativo para responder a la pregunta de si tiene presencia el fascismo en América Latina, lo aportaron los discursos de los presidentes de Nayib Bukele de El Salvador y Javier Milei de Argentina. Si bien Bukele retomó el ataque al “globalismo” al asegurar que en su país “ya está muerto”, la intervención de Milei fue más reveladora. Una de las líneas centrales de su discurso fue el ataque al socialismo, pues lo mencionó en 13 ocasiones. Para frenarlo, ofreció como alternativas el libre mercado, la propiedad privada y la negación de la justicia social, esta última, un invento de la izquierda internacional.
La principal lección que nos dejó la CPAC 2024 es que la derecha y su variante extrema avanza en su articulación, y tienen representantes en América Latina. De hecho, está por verse el estrago que hará en un país clave para la integración regional, como Argentina.
Finalmente, yo respondería a la pregunta de la siguiente manera: ¡Alerta! ¡Alerta que camina, la extrema derecha y el fascismo por América Latina!
el fascismo que muestran a diario, a logrado transcribir moderaciones sintomaticas,con verdades de veneno emocional, creado en los medios y algunos politicos indignos.somos unos atrevidos innotos de maquinarias preparadas para seguir ganando espacios.sin respuestas no podemos ni empezar a discutir futuro mediato.