Por: Rogelio Sánchez Levy, Colaborador IDEAL
Surgido de la resistencia al golpe de Estado contra el ex presidente José Manuel Zelaya, en noviembre de 2009 y víctima de criminalización y difamación sistemáticas, el partido Libertad y Refundación (LIBRE) y su candidata Xiomara Castro, obtuvieron una holgada victoria frente a sus rivales políticos. Con un total de 5 182 425 electores registrados, y un récord histórico de participación del 68.58%, la candidata de izquierdas obtuvo el 51.12% de los votos, aventajando a su más próximo contendiente, el conservador Nazly Asura, del Partido Nacional de Honduras (PNH) con más de diez puntos porcentuales (36.93%) (CNE 2022).
La aceptación de la formula Zelaya-Narrarla resultó también abrumadora en términos geográficos, ganando claramente en quince, de los dieciocho departamentos del país, con las únicas excepciones del oriental El Paraíso y los occidentales Intibucá y Lempira. Aunque lejos de la mayoría absoluta, LIBRE se convirtió en la principal fuerza legislativa con 50 curules, seguido por el PNH con 44, los Liberales (PL) con 22, y los aliados del Partido Salvador (PSH) que alcanzaron 10. Aunque en los municipios no logró revertir la hegemonía del Nacional, lo cierto es devino el partido con mayor incremento en el control de las alcaldías (19 con respecto a los comicios anteriores), venciendo en las principales y más emblemáticas ciudades del país: Distrito Central (Tegucigalpa) y San Pedro Sula (CNE 2022).
Parece colocarse fuera de toda discusión la peculiaridad del descrito proceso y sus resultados. Una mujer se impone por primera vez en la disputa por la jefatura del Estado en un país de arraigada cultura patriarcal y cifras alarmantes de feminicidio (Manjoo 2014); una fuerza política relativamente nueva y articulada con grupos sociales, ciudadanos y sindicales rompe con la alternancia Nacional-Liberal que dominó por varios años la política del país; una alta tasa de participación no vista desde 1997 (OEA 2022) en medio de la apatía hacia las urnas y el descrédito de su sistema político-electoral; y un diputado (suplente) abiertamente homosexual es electo por primera vez. Al mismo tiempo, el entonces presidente saliente (Juan Orlando Hernández), aparecía señalado por las evidencias presentadas en su contra en varias cortes federales estadounidenses por su supuesta participación en operaciones del narcotráfico internacional (US Senate 2022).
Contexto de crisis multifacética
Con independencia de la diversidad de perspectivas y enfoques con los que se pudiera abordar el tema en cuestión, los referidos resultados, al menos en su apariencia, aparecen conectados a las crisis diversas que enfrenta Honduras.
El sistema político hondureño se mantiene inmerso en una crisis signada por la carencia de mecanismos, procesos e instituciones creíbles y capaces de resolver con mediana normalidad y transparencia sus conflictos. Con una historia política marcada por la violencia, el autoritarismo y la inestabilidad; el cierre del ciclo de gobiernos militares en la década de los años ochenta, propició la implantación y desarrollo de un modelo de democracia representativa, que mas allá de sus apariencias formales, no ha logró resolver fenómenos como la pobreza endémica; la inexistente participación ciudadana en los procesos políticos; y la concentración extrema de la propiedad y la riqueza que hacen a Honduras uno de los países más desiguales del continente (Banco Mundial 2020).
Tras varios decenios de comicios y alternancias democráticas formales, el gradual distanciamiento de ciertos intereses y grupos de las elites políticas y empresariales tradicionales; su apertura al dialogo y acercamiento con los sectores sociales; y el planteamiento de someter a consulta – no vinculante – la idea de una Asamblea Constituyente se convirtió en detonante del derrocamiento y exilio forzado del presidente Manuel Zelaya en junio de 2009.
Desde entonces, ha persistido una tenaz represión contra el heterogéneo movimiento de resistencia y los sectores opuestos, primeramente, al golpe de Estado, y luego al mantenido secuestro de las instituciones y procesos democráticos. A lo anterior se suman los temores y preocupaciones de diversos sectores ante las posibles consecuencias del mantenimiento del PNH en el gobierno, que muy probablemente hubiera ofrecido impunidad y protección al ex presidente Hernández y los políticos señalados por tribunales norteamericanos.
A pesar del favorable comportamiento macroeconómico que hacía al Banco Mundial colocar a Honduras por encima de la mayoría de las naciones sudamericanas hasta 2019 (Banco Mundial 2021), las debilidades y deformaciones estructurales de la economía hondureña continuaron comprometiendo su desarrollo integral, estable y sostenible. Esto se evidenció ante el cambio drástico del ambiente externo en 2020, en el que el PIB de Honduras se contrajo un 9%, en un contexto de crisis sanitaria nacional y mundial, con una significativa disminución del consumo privado, la caída de la inversión pública y privada, y el desplome de la demanda externa. A estos acontecimientos se sumaron los daños provocados por los huracanes Eta y Lota (CEPAL 2021).
El citado crecimiento fue impulsado en lo fundamental por el consumo privado y el aporte negativo neto de los sectores exportadores con una muy pobre articulación con el tejido productivo nacional. Sus derrames y aportaciones de valor agregado no resultan significativas y se limitan más bien a la generación de empleos de baja remuneración (Minzer&Orozco 2019). Mientras tanto, la persistencia del endeudamiento (interno y externo), el déficit fiscal y la alta dependencia de las remesas limitaron aún más el ya reducido margen de maniobra para el manejo de los impactos y efectos de los choques externos, especialmente el ambiente recesivo impuesto por la pandemia del Sars-Cov-2.
Según el Banco Mundial, Honduras enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad. Estimaciones internacionales para el último año disponible (2019), antes del doble impacto del Sars-Cov-2 y los huracanes Eta e Iota, mostraron que el 14,8% de la población hondureña vivía con menos de 1,90 dólares por día. Además, casi la mitad de la población (4,8 millones de personas) vivía con menos de 5,50 dólares al día, la segunda tasa de pobreza más alta de ALC después de Haití. Otro tercio de la población era casi pobre y vulnerable a volver a caer en la pobreza, mientras que el tamaño de la clase media de Honduras (18%) se encontraba entre los más pequeños de la región (en comparación con una clase media promedio del 41%). Asimismo, se registran altos niveles de violencia con más de 38 homicidios por cada 100.000 habitantes (2018) (Banco Mundial 2021).
La gestión del Sars-Cov-2c se centró en aplicar un estricto confinamiento, procurando el alivio del impacto económico y humanitario de estas restricciones. Aunque estas medidas estuvieron salpicadas de escándalos, el Congreso aprobó una ley para proteger a los sospechosos de corrupción de las investigaciones. Asimismo, dos huracanes consecutivos también devastaron el país a finales de 2020, afectando a más de cuatro millones de personas y causando daños valorados en 1,9 mil millones de dólares estadounidenses (ICG 2021). Durante las últimas dos décadas, el número de hondureños que emigran hacia Estados Unidos ha aumentado constantemente. La agencia de la ONU para los refugiados informa que entre 2009 y 2019 las solicitudes de asilo de hondureños en los EE. UU. aumentaron de 850 a 41 468 por año (ACNUR 2021).
Se estima que en 2014 y 2018 la corrupción le costó a Honduras unos 10 mil millones de dólares, monto equivalente al 10% y 12.5% del producto interno bruto (PIB) del país en esos dos años. El crimen organizado, el sector privado y el sector público aparecen como los ámbitos más comprometidos con dicho fenómeno (Perdomo & Diaz 2020).
Por su parte, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) denunció irregularidades en obras de construcción inconclusas y de mala calidad, inconsistencias en los procesos de adquisición de equipos y materiales, favoritismos en beneficio de familiares, condiciones ventajosas para las empresas proveedoras y procesos de adquisición nunca realizados (CNA 2020). Desafortunadamente, la postura del gobierno del PNH, fue la de eliminar los escasos mecanismos de control y veeduría publica como fue el caso de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), nacida de un acuerdo entre el gobierno y la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 2016.
El triunfo de una fuerza política emergente, situada en la izquierda política, con discurso antisistémico y articulada con los movimientos sociales, pudieran entenderse como una respuesta a los factores de crisis expuestos.
Plan de Gobierno y principales desafíos
El plan de gobierno del partido LIBRE parece enfocarse en los principales desafíos y urgencias que enfrenta el país, así como las demandas de las organizaciones sociales que les respaldan. Sus quince ejes temáticos abarcan la construcción del Estado “socialista y democrático”; la promoción de los derechos humanos; la lucha contra la corrupción; la solidaridad e inclusión; la erradicación de la violencia: el derecho de género; el impulso de un modelo económico alternativo; el presupuesto y las políticas públicas; la política exterior ciudadana; el desarrollo de la ciencia y la tecnología; Estado Abierto y Republica Digital; la protección del adulto mayor; así como la prioridad a las personas con discapacidades, la niñez y la juventud, los pueblos indígenas y afrodescendientes y las personas LGBTQ (LIBRE 2021).
Con independencia de ciertos ajustes coyunturales, se aprecian conexión y coherencia entre su discurso de posesión y la citada estrategia electoral. La mandataria hizo referencia a problemáticas clave: la reestructuración de la deuda; los subsidios al consumo de energía de las familias más pobres; la prioridad a la educación, salud, seguridad y empleo; el combate al sicariato, el narcotráfico y el crimen organizado; la transparencia y la lucha contra la corrupción; la participación ciudadana; las reformas constitucionales; el protagonismo y los derechos de las mujeres y el resto de los sectores vulnerables de la sociedad; y el replanteamiento de la política exterior (RT 2022).
Acá se mencionan unos pocos de los tantos desafíos que tiene ante sí el gobierno de Xiomara Castro. Primero, la construcción de un partido de fuerte implantación territorial y local, con líneas ideológicas y programáticas consensuadas, un alto grado de organización, y una fuerte articulación con los movimientos y organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles. Esto pondrá al gobierno en mejores condiciones para el impulso de su programa de reformas, ya sea dentro o fuera del ámbito legislativo. Segundo, el aseguramiento de los recursos financieros a través de reformas fiscales, la reanimación macroeconómica, la reestructuración de la deuda y estrategias adecuadas de cooperación al desarrollo. El cumplimiento los compromisos de campaña y las políticas públicas enfocadas en la reducción de la brecha y conflictos sociales dependerá en buena medida de ello. Tercero, la consolidación de un equipo de gobierno eficiente, leal y probo que actúe con rigor, transparencia y compromiso; blindado de la acción de las redes de corrupción, y alejado de la improvisación con un estricto apego a la ley. En dicho contexto deberá quedar definida una estrategia anticorrupción (reformas, leyes, instituciones, colaboración internacional, etc.) eche a un lado la impunidad, y asegure el enjuiciamiento criminal y una acción efectiva contra el crimen organizado transnacional.
Cuarto, el imperativo de construir una política exterior lo suficientemente diversificada en vertientes geográficas, agendas y temas – que propicie los necesarios equilibrios entre las demandas internas y presiones y externas – en función de la consecución de intereses nacionales, el incremento de la autonomía con respecto a los centros hegemónicos, la ampliación de sus capacidades negociadoras y el incremento del flujo de recursos complementarios para los planes y estrategias de desarrollo. En tal sentido, la postura definitiva sobre el asunto de las relaciones con China, tendrá consecuencias de corto, mediano y largo plazo sobre sus capacidades de concertación internas y externas.
A modo de conclusión
La alta concurrencia a las urnas y la victoria electoral de Xiomara Castro y el partido LIBRE se pudieran entender como un intento de solución sistémica a la crisis política, institucional, económica y social que vive Honduras desde hace varios decenios. Dicho acontecimiento puso una vez más a prueba a un sistema político desconectado con las dinámicas, agendas e intereses ciudadanos, y controlado por las elites oligárquicas nacionales en plena articulación con grupos transnacionales.́
Los desafíos para la candidata y el partido ganador son inmensos, y exigirán una alta dosis de creatividad, audacia, persistencia y sistematicidad. En este sentido será fundamental, el mantenimiento y la ampliación del trabajo y la coordinación con los movimientos sociales, la implantación partidista a todos los niveles, la apropiación de recursos para los planes de gobiernos, la definición inmediata de una estrategia anticorrupción con resultados palpables y la puesta en marcha de una política exterior diversificada, soberana y con énfasis en la integración regional.
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