Por Soledad Buendía
El feminismo ya es por sí misma una postura política, es decir, una actitud frente a la realidad específica que viven las mujeres, pero necesita sostenerse en la conciencia construida históricamente y se manifiesta en todas las resistencias y todas las luchas.
La teoría feminista alimenta y provee de insumos a la acción política feminista en el marco de una agenda transformadora de la sociedad; de acuerdo con Tomeo Sales Gelabert “el feminismo, entendido tanto como acción y teoría feminista, ha sido desde los inicios de la modernidad uno de los más importantes contrapuntos críticos a la sociedad moderna (Amorós, 2008: 70-71). La teoría feminista intenta elaborar marcos conceptuales para guiar la acción política en pro de una sociedad más igualitaria y justa, para enfrentar, desde la perspectiva de género, diversas formas de opresión y desigualdad social que se dan desde la configuración de la sociedad moderna”[1].
Para reflexionar sobre la acción política y la construcción de alternativas que incluyan a todos los sectores en una suma de causas, es fundamental retomar las experiencias de lideresas de la región que con su testimonio nos aportan aprendizajes sustanciales. Verónika Mendoza[2] plantea, con absoluta franqueza desde su experiencia política, personal y colectiva, un recorrido que va desde de la vivencia personal a la toma de conciencia como punto de partida para cualquier acción política. La experiencia individual, que es colectiva apunta, debe ser enriquecida con argumentos, información técnica y estadística sobre los fenómenos a abordar para lograr una profundización y un abordaje más integral.
En el caso del Perú la lucha por la Ley para prevenir y sancionar el acoso contra las mujeres en la vida política fue sancionada en abril de 2021 después de un largo recorrido de resistencia, acción política e incidencia de 10 años. Este proceso, según Mendoza, permitió mejores condiciones para la participación política de las mujeres peruanas al incluir la paridad y alternancia en la participación electoral, abonó la posibilidad de compartir experiencias nacionales y regionales, así como acciones y estrategias sobre casos emblemáticos. Develó que los hechos de violencia contra las mujeres no eran aislados, sino por el contrario recurrentes e invisibilizados como parte de un sistema de múltiples opresiones.
La lucha por la aprobación normativa propició la denuncia y el debate público sobre enunciados contra las mujeres, como por ejemplo “calladita, sumisa y atenta” o invitaciones para “adornar la mesa” en foros o conferencias de prensa, expresiones que dan cuenta de la problemática que se enfrenta.
Sustancialmente este proceso permitió, plantea Mendoza, la movilización a otros espacios de debate efectivo con diferentes redes de apoyo social; dejó aprendizajes sobre la necesidad de trasladar la lucha a las calles, y, con ello, incorporar nuevas estrategias en una batalla por las ideas, en el discurso para exigir derechos y deconstruir una cultura política profundamente arraigada en un sistema patriarcal. En este reto el proceso llevado por el movimiento de mujeres en Argentina o Chile seguramente aportarán elementos para la acción política y la construcción de sociedades igualitarias. La historia no se escribe a borrador en el camino: seguimos escribiéndola desde las resistencias.
Referencias
Mendoza, V (2021). Acción política de las mujeres y construcción sociedades igualitarias. Conferencia Curso Mujeres, poder y políticas Instituto Ideal.
[1] Sales, Tomeu, 2017. “Crítica y teoría feminista; por una nueva agenda feminista”, en Astrolabio. Revista Internacional de Filosofía, No. 20, Córdoba, Argentina, pp. 179-191.
[2] Candidata a la presidencia del Perú por la coalición Juntos por el Perú en las elecciones generales de 2021. En el 2011 la eligieron como congresista por el departamento de Cusco y en 2015 ganó las elecciones internas del partido Frente Amplio. Es antropóloga y docente, durante su militancia en el Partido Nacionalista cumplió funciones como secretaria de prensa de juventudes y vocera de la Comisión de la mujer