Por: Soledad Buendía, colaboradora de IDEAL
En un país como México, con una rica historia de luchas por la igualdad y la justicia, la llegada de una mujer a la Presidencia de la República representa una ruptura de monumental importancia. Este evento no solo simboliza un avance significativo en la lucha por la igualdad de género, sino que también destaca la evolución de la participación política de las mujeres y el reconocimiento de su capacidad para liderar una nación.
La participación política de las mujeres en México ha sido una lucha prolongada y compleja. A principios del siglo XX, las mujeres mexicanas comenzaron a organizarse para demandar derechos civiles y políticos. La Revolución Mexicana (1910-1920) fue un punto de inflexión, donde mujeres como Hermila Galindo y Carmen Serdán emergieron como figuras prominentes en la lucha por los derechos de las mujeres.
No fue sino hasta 1953 que las mujeres mexicanas obtuvieron el derecho al voto, un logro que marcó el comienzo de su participación formal en la política. Desde entonces, las mujeres han ganado terreno en la arena política, ocupando cada vez más posiciones de poder y responsabilidad. Sin embargo, el camino hacia la igualdad de género en la política ha sido largo y lleno de obstáculos, incluyendo la resistencia cultural y las estructuras patriarcales profundamente arraigadas.
El gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo tendrá un impacto profundo y multifacético en la sociedad. En primer lugar, servirá como un poderoso símbolo de igualdad y empoderamiento. Ver a una mujer en la posición más alta del poder político puede inspirar a niñas y jóvenes a aspirar a roles de liderazgo, desafiando estereotipos de género y promoviendo una cultura de igualdad.
En segundo lugar, las políticas transformadoras con enfoque de género y una agenda progresista desde los más altos cargos políticos se traducirá, sin duda, en una mayor atención a temas como la violencia de género, la equidad salarial, la salud sexual y reproductiva, la educación para niñas y mujeres, y el derecho al cuidado; políticas que buscarán cambiar los nudos estructurales de una sociedad profundamente patriarcal y beneficiarán a todas y todos, al mismo tiempo que contribuirán al desarrollo y bienestar general de la sociedad. Será un gobierno en tiempo de mujeres, pues Claudia tendrá a Clara Brugada en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, a varias gobernadoras en entidades federativas, alcaldías, presidencias municipales, y además contará con mayoría en el Congreso y Senado.
Sin lugar a dudas, la presidencia de una mujer fortalecerá la democracia en México. La inclusión de diversas voces y perspectivas en el gobierno es esencial para una democracia vibrante y representativa. La participación equitativa de las mujeres en la política, especialmente de las mujeres de izquierda, contribuye a que las decisiones reflejen las necesidades y aspiraciones de toda la población.
A pesar de los avances, las mujeres en México continúan enfrentando desafíos significativos en su camino hacia la igualdad política. La violencia política de género es un problema persistente, con mujeres candidatas y funcionarias a menudo enfrentando amenazas, intimidación y agresiones. La cultura machista y las barreras estructurales también limitan las oportunidades de las mujeres para avanzar en sus carreras políticas.
Las luchas de movimientos feministas y organizaciones de mujeres han sido cruciales para combatir estas barreras y son herederas de los triunfos que hoy lideresas mexicanas alcanzan. La realidad será otra, gobernar en clave de género marcará la diferencia y la consolidación de la Cuarta Transformación.
¡Viva México! ¡Es tiempo de mujeres!
*Este artículo fue publicado en colaboración con Nodal