Por: Margarita Guerrero Calderón y Nathalia Sánchez Zumba*
“Ecuador: un país en la oscuridad y en llamas”, no es una expresión metafórica. Los cortes eléctricos, más propios de otro tiempo, ahora son la norma, y llegan a durar hasta 11 horas al día. Los incendios forestales que se producen desde agosto, ya han consumido 23 mil hectáreas y, como telón de fondo, la violencia, la inseguridad, la migración, la desigualdad y la desesperanza que siguen creciendo.
En este contexto se desarrolla el proceso electoral que, tras los procesos de democracia interna celebrados el mes de agosto, constan ante el CNE 16 binomios, de los cuales, solo dos están liderados por mujeres. Según la normativa electoral, estos binomios han de ser paritarios, por lo tanto 14 mujeres serían precandidatas a la vicepresidencia. La lectura de género nos arroja una foto en relación al sistema de cuotas y cómo todavía falta por avanzar hasta conseguir la igualdad en la participación política. A principios de octubre tomó posesión Claudia Sheinbaum en México pidiendo visibilizar a las mujeres en todos los espacios, incluyendo que presidan países. Sheinbaum se convierte en la primera presidenta de Norteamérica, alumbrando una nueva esperanza de feminizar la política.
En los comicios electorales se suele decir que nos jugamos las próximas generaciones, pero nunca antes esta frase fue una urgencia democrática y casi humanitaria. En febrero tendremos la oportunidad de sacar al país de la oscuridad, y lo podemos hacer recuperando la esperanza. Recordando a Cortázar y su ...nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo…, en la próxima cita electoral lo podemos hacer usando nuestros votos, haciendo sentir la indignación silenciosa que crece cada día en los barrios que ven cómo sus comercios cierran por las extorsiones, transformando la rabia y el dolor que sentimos al ver a nuestros seres queridos migrar y jugarse la vida.
En Ecuador existe una democracia formal, es decir acudimos a las urnas a votar. De hecho las últimas elecciones se anticiparon como consecuencia de la “muerte cruzada”, un mecanismo previsto en los artículos 130 y 148 de la Constitución de Ecuador de 2008. El expresidente Guillermo Lasso decidió activar este mecanismo cuando la Asamblea Nacional investigaba casos de corrupción en su contra, y que supuso la destitución del presidente del Ejecutivo y al mismo tiempo la disolución del Legislativo.
Sin embargo, no podemos hablar de una normalidad democrática. En esas elecciones anticipadas se produjo un magnicidio, el asesinato de Fernando Villavicencio a escasos días de las elecciones, que sin duda produjo una enorme convulsión política. Este atentado buscaba influir en el proceso electoral, y al día de hoy seguimos sin saber toda la verdad sobre este grave acontecimiento. Los asesinatos a dirigentes políticos son una constante; Brigitte García de la Revolución Ciudadana, la alcaldesa más joven del país, es un lamentable ejemplo. Desgraciadamente la lista es larga y es un indicador del nivel de violencia política.
En este contexto, cabe preguntarse ¿por qué hay dieciséis binomios queriendo gobernar el país? Da la sensación de que una vez que Noboa cumplió su capricho de rico, de gobernar el país sin estar preparado para ello, abrió la puerta para que tanta gente piense que puede llegar a la presidencia, para hacer y deshacer a su antojo.
Más allá de lo anecdótico que resulta el número de posibles candidatos, asusta que la opción sea dejar en las manos del hijo del magnate bananero otros cuatro años más el futuro de nuestro país, o de alguien peor, porque es justo en medio de las crisis y la incertidumbre, cuando los grupos de poder aprovechan para meter a su candidato, por lo general un outsider que con tibieza se gana el voto de las y los ecuatorianos, pero que después gobierna con la agenda de las élites económicas, tal y como pasó con Noboa.
Así las cosas, cabe aquí otra reflexión ¿qué está en juego en las próximas elecciones?
Más allá del binomio que consiga llegar a Carondelet, nos jugamos la posibilidad de recuperar a la infancia y la juventud perdidas en las garras de la violencia; nos jugamos la posibilidad de recuperar el Estado; de recuperar los servicios públicos; de acabar con los apagones; de acabar con la inseguridad. Nos jugamos en definitiva, el presente y el futuro de las generaciones actuales y las futuras, porque un país sumergido en la violencia está condenando su presente y su futuro.
Hay que tener presente lo que está en disputa, antes de que se desate la campaña electoral propiamente dicha, antes que inicie la batalla por ver quiénes invierten más dinero en publicidad y Tik Tok para edulcorar la realidad, para crear una ficción, una realidad paralela, “el Nuevo Ecuador” que solo cabe en un eslogan publicitario o en la escena de película del presidente ecuatoriano tomando un helado tranquilamente en Nueva York con su familia, mientras el país se consume en la violencia. Es decir, la posibilidad de salir de este abismo habita en la política, por eso tenemos que recuperarla como un instrumento de emancipación para el pueblo.
Creemos que Ecuador ya no puede ir a peor, pero siempre se puede, y en nuestras manos está luchar para que no sea así, para que nuestro destino no lo sigan escribiendo las élites ecuatorianas y su avaricia, para que las preocupaciones del país no las marquen los monopolios de los medios de comunicación, movidos por intereses económicos.
Escribimos estas líneas como mujeres migrantes que sienten el dolor de ver de nuevo el éxodo migratorio, las escribimos con la esperanza de que sirvan para reflexionar colectivamente sobre lo que está en juego, y también con el convencimiento de que sí es posible cambiar las cosas. Estamos a tiempo, no desaprovechemos esta oportunidad.
*Margarita Guerrero Calderón. Ecuatoriana. Activista social y política. Primera concejala de origen migrante en Murcia en 2015, vicepresidenta de incidencia política del Consejo de la Juventud de España.
*Nathalia Sánchez Zumba. Ecuatoriana. Máster en Comunicación, Cultura, Sociedad y Política. Creadora de estrategias de comunicación política para instituciones públicas y partidos políticos.