”Pueblo, tú haces presidente, tú lo eliges, pero si él no te atiende, qué te toca hacer a vos’’: María Montaño, trabajadora manifestante.
La precarización laboral, los malos tratos por parte de los empleadores, extensas jornadas laborales y el excesivo costo de la vida, entre otras razones, motivaron masivas protestas durante los primeros 15 días de noviembre de 1922. El triunfo, días antes, de las y los trabajadores del ferrocarril que lograron que The Guayaquil and Quito Railway Company aceptara su pliego de peticiones, avivó la llama de la protesta social.
El 14 de noviembre del mismo año se declaró una huelga general luego de que los trabajadores de los sectores eléctrico, automotriz, textil, artesanal y de la construcción, se unieron al pedido unísono de mejores condiciones laborales a sus patronos. A esta altura de las protestas, el Gobierno ya había detenido a decenas de obreros por participar de las manifestaciones.
En medio de la masa de trabajadores, María Montaño, mujer negra trabajadora, pronunció una contundente frase en su discurso: ”Pueblo, tú haces presidente, tú lo eliges, pero si él no te atiende, qué te toca hacer a vos’’.
Los trabajadores volvieron a tomarse las calles el 15 de noviembre para exigir que se aprobaran sus pliegos de peticiones y se liberaran a sus compañeros presos; unos 5.000 trabajadores participaron de la jornada de ese día. En medio de las movilizaciones, un grupo de policías abrió fuego de forma indiscriminada contra las y los obreros desarmados. No tardaron en sumarse miembros del Ejército al horror de la represión.
“Sobre el cuadriculado de las piedras que el sol tostaba, hombres, chicos, mujeres, rodaban, tiesos ya, o aún retorciéndose. Eran gente como ellos, que salían de iguales covachas y comían la misma hambre. ¡Y eran chicos, muchísimos! Eran zapateadores de rayuela, vendedores de diarios, betuneros, chicos, como hoy sus hijos y como ellos un día”, relató Joaquín Gallegos Lara en su libro Las Cruces sobre el agua.
El 16 de noviembre, los militares recogieron los cuerpos y los arrojaron al río Guayas antes de ser identificados por sus familiares, sin hasta que hoy, cien años después, se haya podido establecer con precisión el número de víctimas. El gobierno del entonces presidente José Luis Tamayo habló de 10 personas muertas, mientras que algunos historiadores dicen que pudieron ser casi mil personas, en una ciudad que en aquel entonces apenas superaba los 90 mil habitantes.
La masacre obrera del 15 de noviembre respondió a la forma en que los gobiernos de la oligarquía entendían su dominio sobre las masas a las que consideraban violentas e ignorantes. Hoy, un siglo después, todavía siguen muriendo trabajadores y trabajadoras en las calles a manos de gobiernos nefastos y represores, por atreverse a exigir mejores condiciones de vida.
En el año 2019, organizaciones indígenas, sindicales, y trabajadores en general salieron a protestar contra la eliminación de los subsidios a los combustibles y exigiendo mejoras en las políticas de empleo y los salarios, convocando a un gran paro nacional. Las manifestaciones fueron duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad a cargo del entonces presidente Lenín Moreno, dejando a 11 personas muertas y más de 1500 heridos.
Nuevamente, en junio de 2022, se presentaron protestas por el alza de los precios de los combustibles, que se convirtieron en un paro nacional de ocho días liderado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). El gobierno de Guillermo Lasso, actual presidente, también reprimió el levantamiento social; 9 personas perdieron la vida, 10 sufrieron lesiones oculares y más de 500 resultaron heridas.
Tanto en los gobiernos de Tamayo, como de Moreno y Lasso, se acusó a las y los trabajadores de vándalos por alzar su voz contra la explotación laboral y la profundización de las medidas neoliberales.
Hoy, la precarización y la flexibilización laboral tienen otras modalidades en Ecuador, pero siguen más vigentes que nunca, de la mano de un presidente banquero y un gobierno de cuotas empresariales, que caminan en dirección opuesta a las políticas de bienestar para la gente. El 62,6% de las personas en edad de trabajar en Ecuador tenía un empleo inadecuado en abril de 2022, con salarios menores al legal establecido o sin ninguna remuneración como las y los trabajadores del hogar. Además, 8 millones de personas, cerca de la mitad de la población de todo el país, vive en pobreza o en pobreza extrema, según recientes declaraciones de Esteban Bernal, ministro de Inclusión Económica y Social.
Lo anterior, aunado a las continuas reducciones de presupuesto público para derechos básicos como salud, educación, vivienda y seguridad, siendo hoy el país más peligroso de la región. Ecuador está completamente lacerado.
La lucha obrera continuará. Sin embargo, las perspectivas de cambio para un trabajo digno en Ecuador se desvanecen en el gobierno de un banquero, que ha puesto nuevamente al capital por encima del ser humano.
100 años de experiencia barbarie
de quien creen que es la orden para que exista explotación laboral, el único culpable en el mundo es EEUU y el FMI que solo les importa su beneficio sin importarles el sufrimiento y dolor humano, aquí es donde tiene que intervenir un presidente humanitario y solidario y dar por terminada estas malas practicas y costumbres neoliberales, pero nunca lo hacen así gobierne quien gobierne lastimosamente