La idea del comunismo merodea como un fantasma e insisten en que ha muerto, pero los que seguimos discutiéndola la traemos a la vida una y otra vez, tentando un poco más, al punto en el que todas esas ganas de cambiarlo todo puedan una vez más apostarle a la idea radical de que es necesario abolir todas y cada una de las categorías políticas que nos oprimen para hacernos por fin, universalmente iguales.